Urgente lectura - Red digital Noticias

Latest

jueves, 27 de febrero de 2025

Urgente lectura

👁️‍🗨️Desde mi ventana contemplo con amargura el rumbo de nuestro país. La corrupción, el entreguismo y la traición han echado raíces en nuestra clase política, y cada día es más difícil encontrar una verdadera herramienta que nos permita enfrentar este sistema putrefacto.

Del fujimorismo se sabe todo: el saqueo, la manipulación, la corrupción sistemática, el uso del miedo como estrategia de control. Sin embargo, su discurso ha calado en la conciencia de muchos, hasta el punto en que cualquier propuesta progresista o nacionalista es descalificada con etiquetas vacías: "terruco", "enemigo de la inversión privada", "pobre resentido". La derecha ha logrado que el pueblo se enfrente a sí mismo, que defienda sus propios verdugos, mientras el saqueo continúa sin resistencia real.

La izquierda, por su parte, se ha fraccionado en luchas internas sin sentido. La izquierda caviar y los falsos progresistas se sacan los ojos en disputas estériles, incapaces de articular un proceso de unidad. Y de ambos lados surgen caudillos oportunistas, aquellos que han hecho de la política un negocio, un medio de enriquecimiento personal, alejados del verdadero compromiso social, con la ideología del bienestar social y el bien común.

La corrupción no es solo un problema estructural del Estado; se ha convertido en una estrategia, en una mentalidad instalada en la sociedad. Se normaliza, se imita, se justifica. La nueva generación de peruanos crece viendo la política como una oportunidad para el lucro personal, no como un espacio de transformación.

El Congreso, en vez de ser un espacio de representación del pueblo, ha sido tomado por bandas criminales que legislan a su favor. La presidenta, lejos de liderar con dignidad, no es más que una marioneta de estos grupos de poder que buscan consolidar sus privilegios a costa del sufrimiento de las grandes mayorías. Las instituciones que deberían protegernos. Ministerio Público, Poder Judicial, Defensoría del Pueblo, Tribunal Constitucional, han sido copadas por el poder político y sirven a sus intereses en lugar de servir al país.

Frente a este panorama, ¿qué podemos decirles a nuestros hijos? ¿Cómo explicarles que nos resignamos a la política de los hechos consumados? Vivimos como autómatas, limitados a la supervivencia, eligiendo y aplaudiendo al delincuente que mejor reparta las migajas de su mesa.

La educación, lejos de formar ciudadanos críticos y comprometidos con el país, ha sido reducida a un mecanismo de producción de mano de obra. Hablar de revolución, de reforma, de cambio de Constitución, se ha convertido en delito. Pero, ¿cómo amar un país que no se conoce? ¿Cómo amar al prójimo si nadie nos ha enseñado qué significa la solidaridad?

No se trata de inscribir nuevos partidos políticos para alimentar esta maquinaria podrida. Se trata de construir una verdadera organización política, con democracia horizontal, participativa y representativa. Una organización donde los líderes sean elegidos por méritos, por verdaderas elecciones internas, no por la compra de un kit electoral.

Y sin embargo, la desesperanza pesa. El pueblo volverá a elegir otro corrupto, la justicia seguirá siendo un instrumento del poder, las instituciones permanecerán secuestradas. La policía, en vez de protegernos, seguirá operando en simbiosis con la delincuencia.

Ante esto, muchos se preguntan si la única salida es una mano dura, un cambio que aunque doloroso, sacuda los cimientos de este sistema podrido. Y sí, puede que el camino implique momentos de sangre y sacrificio, porque las transformaciones profundas nunca han sido indoloras. Pero si la historia nos ha enseñado algo, es que ninguna opresión es eterna, que toda noche tiene su amanecer y que la resistencia organizada puede ser más fuerte que la tiranía.

A las nuevas generaciones les queda la responsabilidad de romper este ciclo. Dejar de ser espectadores, dejar de ser cómplices pasivos de la decadencia. La política no es un mercado, ni un espectáculo, ni una lotería. Es la herramienta más poderosa que tiene un pueblo para cambiar su destino.

Si la generación actual ha fallado, que la próxima encuentre en la historia la inspiración para no cometer los mismos errores. Que comprenda que la justicia y la dignidad no se mendigan, se conquistan. Y que aunque el presente sea oscuro, siempre hay una luz esperando ser encendida.

Atte. Joel F. Torres.

25-02-25

No hay comentarios:

Publicar un comentario